EL CAMINERO

El progreso es esencialmente una fuerza, la más peligrosa de todas.
Paul Cézanne
Que se haga la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre.
Dicho popular
Aunque el lector no lo crea, entre el beato Sebastián de Aparicio y Roberto Madrazo existe una gran similitud. Se trata de un parecido esotérico, ya que el segundo anda queriendo emular al primero; es decir, construir un nuevo camino político por el cual transite el PRI, o sea, su partido.
Como usted seguramente lo recuerda, en 1533 el beato Sebastián de Aparicio introdujo en Puebla las carretas tiradas por bueyes. Trataba de ganar la buena voluntad de los indios bravos de las regiones por donde transitaba. Su popularidad aumentó gracias a sus generosas ayudas pecuniarias entregadas, en especial, a toda clase de menesterosos y, desde luego, a los naturales. Rechazó varios ventajosos matrimonios; sin embargo, después de los sesenta años casó con una pobre joven criolla que murió pronto. Y luego lo hizo con otra que también falleció a los pocos meses. Dicen sus biógrafos que a las dos las trató como hijas, dado que respetó su virginidad (deben haber sido muy feas). Finalmente, a los 70 años, resolvió hacerse franciscano y entregó su fortuna a las religiosas del Convento de Santa Clara, recién establecidas en la Ciudad de México.
Se preguntará el lector en dónde diablos ve el columnista el parecido entre el beato y Madrazo. Antes de responderle, déjeme aclarar que no es en la edad o en el estado civil, y menos aún en el estado de santidad. Para nada. Según yo, Roberto es un hombre que se debate entre el idealismo y el pragmatismo que lo llevó hasta el lugar en que hoy se encuentra. E igual que Sebastián de Aparicio pretende cambiar su vida… pública.
En la conferencia magistral organizada por la “Fundación por Puebla Horizonte 2000” (léase Ángel Aceves Saucedo), Roberto Madrazo demostró su interés en alejarse e incluso olvidarse del modelo antiguo priista, el cual, paradójicamente, lo hizo diputado y después gobernador. Dicho en otras palabras: quiere dejar el uniforme de mosquetero para tomar el hábito de franciscano. Una muestra:
Ante más de medio millar de poblanos reunidos en el Crowne Plaza de esta angelical ciudad de Puebla, Madrazo dijo que los partidos políticos están obligados a conquistar la simpatía y la confianza de la sociedad haciendo suyas las demandas de los ciudadanos. Habló, pues, de la necesidad de democratizar al PRI e incluir en su proyecto de reconquista del poder a las ONG, cuya influencia se ha convertido en un factor determinante para la vida nacional (fue también el planteamiento de Aceves). Y, de manera tangencial, repudió actitudes como las que hicieron gobernadores a individuos del estilo de Mariano Piña Olaya, por ejemplo. Digamos que, igual que Beatriz Paredes Rangel (exgobernadora de Tlaxcala), el también exgobernador —pero del estado de Tabasco— se puso a la moda porque lo mueve la necesidad de ganar la buena voluntad de los priistas molestos (¿se dirá mejor encabronados?) por el hecho de haber perdido el control político del país. Y en ello incluye el reto de lograrlo sin fisurar al partido que lo procreó (cosa difícil).
Es obvio que Carlos Madrazo y Reyes Heroles son sus paradigmas. Y que, como ellos, él también quiere hacer camino al andar.
¿Qué tiene Madrazo que no tiene Beatriz Paredes?
No piense usted mal, respetable lector. Dejemos de lado diferencias y preferencias sexuales que, por razón de natura, pone a cada uno en las antípodas. Roberto cuenta con pedigrí o antecedentes que lo debieran ubicar en la punta de la carrera. Por su parte, Beatriz tiene en su haber todos los cargos a los que puede aspirar cualquier militante político.
El discurso de ambos difiere en lo sustancial, ya que el de uno es incluyente y el de la otra autosuficiente. Y salta a la vista que la presencia física de los dos (muy importante en esta época en que la mercadotecnia define el destino de los políticos) también es contrastante.
¿Quién ganará esta contienda ahora sí histórica? ¿Resistirá el PRI la lucha incruenta pero devastadora? ¿El perdedor aceptará su derrota o creará otro partido?
Son las dudas que deberán aclarar el próximo 25 de febrero, curiosamente el día en que se celebra la fiesta del beato Sebastián de Aparicio.
 
																						 
														 
						