Radicales al acecho (Crónicas sin censura 141)

Réplica y Contrarréplica
Tipografía
  • Diminuto Pequeño Medio Grande Más Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

RADICALES AL ACECHO

Y si miramos en ello, en cosa ninguna tuvo fortuna después que ganamos la Nueva España,

Y dicen que son maldiciones que le echaron.

—Bernal Díaz del Castillo.

 

“¡Zopilotes negros! ¡Cuervos devoradores! ¡Fuera de mi vista! ¿Quieren que las plantas se sequen? ¡Tomen otro camino, el que da la vuelta por casa de doña Casilda, que al fin esa vieja beata se hincará cuando pasen! ¡Respeten la casa de un republicano juarista! ¿Cuándo me han visto entrar a su templo de tinieblas, buitres? ¡No les he pedido ninguna visita! ¡Fuera!”

Esta arenga corresponde al relato de Cantar de ciegos, de Carlos Fuentes. Y la pronuncia el abuelo que –dice el escritor– seguro nació con un bastón en la mano, cuyo puño es “un león melenudo con los ojos estirados”. La traigo a colación para tratar de establecer que hay dos tipos de fanatismo: uno, el que demuestran los fundamentalistas, y otro, el que nace del corazón y tuétano de los “antitodo” a ultranza.

Ayer aparecieron muchos de estos ejemplares. La chozna de Benito Juárez fue la que llevó la tarde cuando, desde su cantarina garganta, aventó la frase:

¡Viva Juárez! ¡Derrotemos a la derecha!

Y otros, como Eduardo Ruiz Healy –ahora foxista redomado–, comunicador al cual le bastaron sólo dos minutos para demostrar su cara antijuarista, en esta ocasión maquillada con el tizne de la ignorancia histórica o, por qué no, de la preparación o entrenamiento levítico.

En el caso de la dama, existe un atenuante: su grito de alguna manera representa la preocupación que agobia a los liberales mexicanos, asustados por la posibilidad de que Vicente Fox decida gobernar el país tal como lo apuntan varios de sus asesores (Dick Morris –por ejemplo– declaró el lunes pasado:

“Fox ama a Estados Unidos, es medio americano. Habla muy fluido, sin acento. Ha tenido negocios con Estados Unidos y es muy popular allí, los medios lo quieren mucho.”)

Temen, pues, que el próximo mandatario recule hasta ubicarnos en el estadio histórico donde la Junta de Notables (el poblano Arango y Escandón era uno de los miembros) supuso que la mejor forma para que México progresara era, precisamente, bajo el mando de un emperador extranjero.

El del comunicador es otro cantar… de tuertos (parafraseo a Fuentes). Dijo que en tres mil años de historia esta es la primera ocasión en que el pueblo escoge a su presidente. “¡Fíjese usted, la primera vez en tres milenios!” –¡sopas!– Y con la prosopopeya que distingue a los petulantes dejó ver su revanchismo escolar al expresar su crítica personal a Benito Juárez, calificándolo de “antidemocrático”. Después quiso, curándose en salud, hacer un dizque reconocimiento a la lucha encabezada por el oaxaqueño para mantener la soberanía del país.

Todo este rollo aderezado con una notoria indignación provocada por la actitud de los “trasnochados juaristas”.

Es obvio que en el nuevo México (el sus nació con la Constitución de 1917) ya no hay ni zopilotes negros ni cuervos devoradores. Los poquitos que pudieran existir están en la mente –esa sí trasnochada– de aquellos que todavía viven como en el siglo XIX. De ahí la intervención de Zedillo, quien llamó a la cordura y pidió el beneficio de la duda para su sucesor, mensaje por cierto dirigido a todos los herederos de la ideología juarista.

Ni hablar, que arengas como la de la chozna son malas porque no sirven más que para despertar resentimientos.

Resultan peores declaraciones como la del tal Morris: revelaciones que atentan contra el espíritu nacionalista (“el alma nacional”, diría Alfonso Reyes) y además convocan al pueblo a rechazar a priori el ideario “foxista”.

No se vale que un comunicador supuestamente preparado suelte al aire criterios cargados del fanatismo de las naciones fundamentalistas, actitud que suele despertar al “monstruo” aquel que quitó el resuello al abuelo del bastón vengador.

Son, pues, reacciones que, aparte de alertar al equipo de trabajo del próximo presidente, deberían servir para que los asesores foxistas usen su cabezota y entiendan que, con solo tratar de injertar ideologías distintas a la nuestra, se producirá un choque de intereses que podría llevarnos a un conflicto interno generacional.

Más les vale leer la Historia de México. Pero ojalá no sea la de Zamacois o la de Lucas Alamán.

Alejandro C. Manjarrez