El tiempo de la "bendita" crisis

Réplica
Tipografía
  • Diminuto Pequeño Medio Grande Más Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Los trabajadores deben justificar lo que ganan. Demostrar que su trabajo es importante para el desarrollo y crecimiento de la empresa. Y los empresarios, decidirse a luchar, a crear nuevas estrategias para el funcionamiento óptimo de sus negocios...

Tanto hemos escuchado hablar de la crisis mundial, que la sociedad comienza a desesperarse y a preguntarse sobre sus consecuencias en los núcleos familiares. Hace poco escuché a una fémina esotérica en la televisión. Con aires de gurú, de sacerdotisa suprema, analizaba la crisis: “Veo a un México…” Igualito que Colosio, la señora afirmó que veía a un México estable, que la crisis no era para tanto.

Según ella, todo seguía igual: el narcotráfico de siempre, los políticos agarrados de la greña, la misma desidia ciudadana, los mismos corruptos de siempre. “Uff, qué alivio –pensé–. Ya no habrá más. Sólo hay que esperar a que se mueran.”

La señora concluyó: “Habrá recesión, sí. Pero nunca como la del veintinueve. México está estable en sus finanzas, y eso es lo que importa”. Bueno, podría acercarse a la razón… siempre y cuando el Congreso se animara a bajar las tasas de interés en las tarjetas de crédito. Porque, según la técnica financiera, pagando el mínimo, uno tardaría 99 años en liquidar su adeudo.

Así que los usuarios del dinero de plástico no tienen de qué preocuparse. Nada más hay que cuidar la salud: comer muchas frutas, verduras, vitaminas y proteínas, mantenerse lúcidos y productivos. Total, sólo son 99 años pagando intereses absurdos a los voraces bancos del México moderno. Algunos de estos, por cierto, operan programas financieros que parecen videojuegos: diseñados para divertirse mientras se perpetran robos hormiga en cuentas de ahorro o incluso empresariales.

Hay que sacar lana, pues. Y ganar dinero amparándose en una patente de corso: la de “instituciones de crédito”.

Pero seamos positivos. Tratemos de imitar a la optimista señora que ve a un México lleno de oportunidades. Al fin y al cabo, todavía hay una luz de esperanza en esta bendita crisis. Sí, esta crisis que despierta a los dormidos, a los conformistas resignados a un sueldo quincenal y a una vida en apariencia estable.

¿O qué? ¿Habrá que perder el trabajo para echarle más ganas? ¿Quiere darle a su jefe o a la directiva el pretexto perfecto para correrlo?

Los trabajadores deben justificar lo que ganan. Demostrar que su trabajo es importante para el desarrollo y crecimiento de la empresa. Y los empresarios, decidirse a luchar, a crear nuevas estrategias para el funcionamiento óptimo de sus negocios.

Así no habría improductividad. En esta época, para ser ganador, hay que poner a trabajar a nuestro hámster cerebral. Buscar nuevos clientes, recurrir a la mercadotecnia: ese método que ayuda a encontrar la ruta del triunfo en el mundo del comercio y de los negocios.

Cual cubetada de agua fría, la bendita crisis puede acabar con el marasmo generacional mexicano. ¿Por qué? Porque crisis equivale a oportunidad: tiempo de crecer, de lograr, de hacer, de trabajar… y de triunfar.

Hasta la próxima.

Miguel C. Manjarrez