EL VIRUS "BARTLETT"
Creen los Reyes que su Estado es hacienda propia suya
que es justo que distribuya cada rey según su agrado.
José Zorrilla (Leyenda del Cid)
Si el trabajo es salud, que trabajen los enfermos.
Dicho popular.
Hace tiempo se descubrió que existen bacterias capaces de sobrevivir en ambientes más que agresivos. Es el caso, por ejemplo, de las temperaturas extremas, donde se han encontrado organismos celulares (bacterias termófilas), o de los mantos donde la concentración de ácidos debería impedir cualquier tipo de vida, sobre todo la bacteriana. Y está comprobado que este tipo de adaptación es parte del misterio que rodea la evolución del hombre, ahora casi dueño del comportamiento del genoma humano, conocimiento que seguramente propiciará una nueva evolución… o revolución científica.
Me valgo del comentario para destacar lo que ocurre cuando un virus encuentra su hábitat ideal y, en consecuencia, la forma de adaptarse a condiciones difíciles: no hay medicamento, ni ciencia ni poder que pueda combatirlo con la prontitud y eficacia que se requiere. Esto porque son mutantes o porque son elementos adaptables al medio en que se desarrollan, el cual incluso pueden llegar a transformar en otra fuente portadora y difusora.
En el quehacer público ocurre algo parecido: para que los políticos puedan sobrevivir necesitan adaptarse y multiplicar su especie. Un ejemplo más que ostentoso es Manuel Bartlett Díaz, el hombre que cuenta con todos los atributos para “contagiar” a quienes se involucran con su pasión política y se han dejado influir por su talento, tal como ocurrió con dos de sus colaboradores cercanos, quienes, curiosamente, lo conocieron cuando llegó a Puebla.
En su intempestivo arribo a la entidad, y como si fuese uno de los tantos virus que ingresan al cuerpo humano sin previo aviso, Bartlett se metió al torrente circulatorio poblano para, paulatinamente y sutilmente, adaptarse hasta formar la colonia que se multiplicó conforme las condiciones electorales se lo permitieron. Traía consigo su propio virus, con el que inoculó a los políticos cercanos a él, los mismos que ya “contagiados” se mostraron dispuestos a luchar por el poder para, entre otras cosas, buscar concretar sus ideales, los del grupo o los del organismo madre (¿se dirá padre?).
Los primeros fueron Mario Marín Torres y Carlos Meza Viveros, ambos exsecretarios de Gobernación y, desde luego, “fans” de quien en el mismo cargo (pero nacional) logró lo que nadie podría hacer (es larga la lista de ejemplos). Ahora, uno y otro felices por haber contraído el virus “Bartlett”.
El primero nos ha demostrado de lo que es capaz y hasta dónde llegan sus ambiciones. Pero de Meza Viveros sólo podemos intuir que, por traer en la médula el virus “Bartlett”, buscará trascender y, desde luego, aprovechar la diputación para ingresar a la “listota” de precandidatos a la gubernatura: si Mario Marín lo hizo, él también podría hacerlo gracias a las vueltas de la política, que a punto están de colocarlo en igualdad de condiciones con su compadre.
Después que Meza proteste como diputado, seguramente querrá convertirse en presidente de la Gran Comisión. Tiene el derecho (y el virus) y, además, cuenta con el perfil para el cargo. Ahora bien, de lograr su objetivo es obvio que se exacerbarían los efectos y las consecuencias; apunto algunos de los síntomas: energía poco común, convicción política, tozudez, repulsión hacia la ultraderecha, menosprecio por los bajos perfiles académicos, autosobrestima intelectual, necesidad de información privilegiada, aspiraciones “ilustradas” y, desde luego, celo profesional.
Luego entonces, habría que preguntar a quien corresponda:
— ¿Qué pasará cuando Meza Viveros se encuentre en el Congreso Local?
— ¿Acaso será ése su hábitat ideal?
— ¿Logrará multiplicar el poder del virus que porta, o preferirá mutarlo para crearle su propia definición?
— ¿Podrá caminar solo, es decir, lejos de la influencia de Mario Marín?
Como verá el lector, estamos ante un proceso que presenta facetas por demás interesantes. Y, junto con ellas, dudas que pronto habremos de aclarar, dependiendo de las reacciones que presente el grupo que inoculó el exgobernador y ahora senador de la República y, en especial, quien pronto dejará de ser alcalde y, por ende, ejecutor de los deseos bartlistas.