Por qué involucrarse en política

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Dirían los que administran: “No hay dinero que alcance”...

La mayoría de los ciudadanos, no solo de México, sino a nivel mundial, están poco involucrados en política. Los países de primer mundo, como se les conoce, son el hábitat de personas más instruidas y, por lo tanto, más informadas. Por ello reclaman, y es mucho más difícil presenciar excesos ofensivos de los funcionarios públicos.

La política, más que referir el ejercicio del poder, la contextualizo en su forma de negociación y administración de recursos públicos que emanan de los impuestos que pagamos los ciudadanos: la resolución de los problemas de la sociedad libre. No hay que ser un gran generador de pago de impuestos; los impuestos los pagamos todos en cada bien donde nos los cobran, sobre todo el impuesto al valor agregado (IVA).

En México, los ciudadanos que se consideran causantes cautivos, es decir, que siempre pagan impuestos, se indignan al conocer actos de corrupción, como el ofensivo modo de vida de los gobernantes en activo, al estilo “magnate”.

¿Por qué es importante involucrarse en política? No me refiero a adherirse a un partido y buscar una candidatura. No. Más bien, leer los análisis políticos y estar enterados de los temas importantes del país y del lugar de residencia: qué pasa a nuestro alrededor. Esto, realizarlo cotidianamente y en distintos medios de comunicación, para contrarrestar la información y no irse con la finta si el medio trata de favorecer al político en algún tema.

De la política depende que las calles que se transitan estén en buen estado. Que la policía que protege al ciudadano esté capacitada y bien pagada. Que los hospitales tengan buen servicio, medicinas e instalaciones dignas. Que exista alumbrado público y alcantarillado. Que el campo, que genera la materia prima para los alimentos, cuente con el apoyo necesario de los gobiernos para garantizar un producto sano, libre de pesticidas y elementos nocivos para la salud que provienen de aguas contaminadas.

Los presupuestos son inmensos, pero no siempre están aplicados correctamente. Las obras y servicios carecen de calidad, pues los proveedores tienen que aportar una parte del dinero cobrado para comisiones, lo que impide que lo presupuestado se traduzca en una obra de calidad que dure varios años.

Dirían los que administran: “No hay dinero que alcance”. Puede ser… si se contabiliza después de la remodelación de la oficina, la camioneta blindada último modelo, las aeronaves, los viáticos, las suntuosas fiestas, los valiosos regalos, etc.

El tema de la corrupción es inagotable. En gran medida se debe al escaso reclamo de la sociedad, la cual tiene todo el poder y la fuerza para hacer escuchar su voz. Hoy, con las redes sociales, es más sencillo lograr un canal directo con la autoridad y ejercer presión para la inmediata solución a la problemática diaria. El punto negativo: no toda la ciudadanía cuenta con este beneficio tecnológico.

Si la sociedad se informara de la injerencia que puede llegar a tener en las múltiples decisiones que día a día toman los políticos —en su perjuicio o beneficio— y participara en política, otra realidad existiría para México.

Es necesario concientizar a los que nos rodean para que se informen sobre lo que sucede en México y participen reclamando, exigiendo, protestando y señalando los excesos de los políticos. Porque la educación, la salud, la economía, la seguridad, la alimentación y todo lo que determina el buen o mal vivir depende de esos seres llamados “servidores públicos”, quienes se visten, comen y llevan una vida desenfadada gracias al dinero que aportan los ciudadanos.

Si no vota, quéjese. Y si vota y no está de acuerdo, también quéjese. Entre más personas se involucren en política, una mejor calidad de vida nos espera a los mexicanos. Recuerde: no pida de favor, exija, pues son sus empleados. Usted los “contrata” mediante el sufragio.

Hasta la próxima.

Miguel C. Manjarrez