Catástrofe financiera empresarial, los cambios bruscos por Covid19

Política
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En el futuro inmediato vienen cambios bruscos.

 

 Sin duda la mayoría de los mexicanos no habíamos sufrido una situación tan compleja y dramática, dantesca pues.

La última pandemia se registró en 1918 y fue también un virus respiratorio, el H1N1. Dicen las publicaciones serias que murieron más de 50 millones de personas. No había vacunas ni antibióticos o tratamientos como los que existen hoy en día. Así que no se asuste tanto, “nomás tantito”.

Los esfuerzos sanitarios se enfocaron a la distancia social, la higiene excesiva y claro, el uso de cubrebocas. Acciones que hay que realizar como un método de supervivencia.

Para los que no tenemos más de 102 años, este es un escenario nuevo. Por lo tanto la mayoría de las personas que hoy habitamos este planeta somos ajenos a una situación como la que vivimos en este preciso momento.

La tecnología es, sin duda, nuestra principal aliada, no solo para las cuestiones lúdicas sino para aprender información nueva  y estimular la creatividad empresarial.

Así como los niños son esponjas de conocimiento, debemos intentar nutrirnos de nuevos datos que nos beneficien o aprovechen nuestros círculos y comunidades. Qué hacer para ayudar, no solo con dádivas altruistas sino con proyectos, ideas, soluciones. Y qué hacer para ayudarnos, en el ámbito emocional, económico y social.

En el futuro inmediato vienen cambios bruscos.

Mientras no exista una vacuna probada y fabricada en cantidades exponenciales no hay que quedarse esperando que llegue el milagro. Debemos intentar adaptarnos a la nueva realidad. Entender el comportamiento social. Ser empáticos, resilientes e imaginativos.

La pandemia de 1918 duró un año. Así que la del 2020 también pasará con rapidez por las innovaciones científicas que existen en la era moderna. Lo distinto, el número de habitantes.

Los gobernantes tienen un papel fundamental en el manejo de los cambios bruscos del 2020.

No hay que criticar su desempeño. Saben que o trabajan o trabajan. O cumplen o cumplen. ¡Ay de aquel que lucre económicamente con la tragedia y electoralmente con la miseria!

En el ámbito electoral, qué le van a ofrecer al votante. Para los aspirantes una paradoja infernal. ¿Le dirán que en la próxima pandemia sí ayudarán a que no se pierdan los empleos? ¿Les comprarán su votos por 50 mil pesos?, para que les dure.

A las personas no les importa el proyecto x o y. A los ciudadanos les importa comer, después tener un lugar digno donde vivir, la educación de sus hijos, la salud, la seguridad, en ese orden. Los candidatos de cualquier partido político la tienen complicada en las próximas elecciones. Qué les propondría; que hoy hagan acciones benéficas en sus comunidades. Hoy le resuelvan el hambre y la preocupación a los ciudadanos. Hoy los apoyen en la salud. Hoy, los presidentes municipales que gobiernan y quieren reelegirse, apoyen al pueblo como lo que es, su jefe, que no lo jodan, porque el nivel de aversión a los proyectos políticos será mayor, estrepitosamente mayor. (Cosas de la mente, el confinamiento, el hambre, la zozobra, la desesperación, la locura de la cabaña). No el “hoy” de Fox, que quede claro.

La situación no es fácil y menos para los políticos que deben administrar los pocos recursos existentes para evitar la muerte, económica y física. Todo tiene un límite. Si las cosas continúan así, habrá funcionarios públicos que se despedacen, revienten, renuncien, o su incapacidad sea tal que los ciudadanos exijan su inmediata separación del cargo. Así que a los que resistan, quiéralos, o téngales estima.

El escenario nacional apocalíptico está puesto. Las personas que no tienen nada que perder son las que arriesgan todo para protestar y exigir. Por los infortunios de la vida cada día se multiplican.

El gobierno debe reaccionar y apoyar a las personas que perdieron todo, a las empresas que están cerradas, a los trabajadores que han sido liquidados. Aunque esto signifique endeudarse a fin de responderle a los ciudadanos con algún plan de apoyo como el salario universal que ya se discute en el poder legislativo. La deuda con Enrique Peña Nieto alcanzó el 48.6 por ciento del PIB. Hoy en día se encuentra por encima del 52.1 por ciento del PIB. La Secretaría de Hacienda argumenta que el 68 por ciento de ese incremento se debe al alza del dólar. En comparación con otros países el endeudamiento no es alto y solo se ha visto impactado en 2.6 puntos porcentuales por lo que aguanta unos puntitos más del PIB la deuda de México. Estados Unidos tiene una deuda de 129 por ciento, España 140, Francia 144 y Canadá 104 por ciento. Está muy bien que el gobierno busque no endeudarse, pero en momentos de emergencia nacional no le caerían nada mal a los mexicanos unos centavos de ayuda.

En el ámbito empresarial, existen sectores que han recibido un duro golpe económico. El turístico y el restaurantero, los más afectados. Así mismo los pequeños negocios que dependen de la venta del día o de la ocupación de sus instalaciones. Ejemplos hay muchos: las agencias de autos, los gimnasios, las ópticas, las peluquerías, barberías, los spas, las galerías de arte, las librerías independientes, las agencias de viajes, las zapaterías, las boutiques, las tiendas de regalos, las heladerías, las clínicas dentales, las papelerías, las escuelas privadas, las escuelas de idiomas, las empresas de banquetes, los grupos musicales, los artistas de teatro, los músicos, las tiendas de flores, las arrendadoras de automóviles, las llanteras, los talleres mecánicos, etc., (auméntele las que conoce) y como tiro a tres bandas, la catástrofe ha golpeado a los proveedores de esos negocios quebrados. En promedio las micro empresas, cuentan en su base laboral con 5 empleados, multiplique por 500 mil empresas en esta situación, el resultado arroja el despido de 2.5 millones de   empleados.

Es necesario que los expertos en finanzas públicas elaboren una estrategia para implementar un crédito a la palabra para esos micro negocios, que pagan impuestos, de mínimo 300 mil pesos o más para que arranquen y subsistan un semestre. Se me ocurre que lo puede llevar a cabo el SAT y cobrarlo dicho administrador tributario, pues el riesgo de mora es menor por su expertise en cobranza. Ya tienen la infraestructura de las devoluciones de impuestos. Después de todo sería la gente prestándole a la gente. Esto para el caso de empresas dadas de alta y en funcionamiento. Y léase préstamo, en otros países hay apoyos directos a fondo perdido.

Dirán, los que nunca están equivocados y hacen mucho por su pueblo, que las secretarías de economía han logrado una disminución del monto de interés de los préstamos bancarios. Pero son eso, préstamos bancarios con todos sus casi imposibles requisitos para la mayoría de las pequeñas empresas. Para el banco una PYME es la que factura 5 millones de pesos al año. Existen muchas que están por debajo de ese rango financiero. Dichas entidades bancarias ya se preparan para la peor cartera vencida de los últimos 100 años, por lo que sus departamentos de riesgo crediticio están más renuentes a liberar los recursos.

Todas las empresas de los rubros antes mencionados han sido afectadas. Las grandotas han perdido miles de millones y las pequeñas decenas de miles de pesos. El Gobierno no puede ser indolente ante esta situación por la simple ecuación lógica: sin empresas no hay pago de impuestos, de IMSS, de prestaciones sociales, de permisos municipales, no hay derrama económica, lo que repercute en las finanzas públicas. Mismas que permiten que los funcionarios, (perdóneme la expresión), traguen. Los micro empresarios son la maquinaria que permite el sustento del político, me refiero a la administración pública. La pregunta es; ¿por qué no hacen todo para cuidar a sus proveedores de recursos?

Hay empresas que gozan de cabal salud. Los fabricantes de insumos médicos, las empresas de distribución, los grandes vendedores en línea, como Amazon o Mercado Libre, y otras que se han visto favorecidos en esta crisis económica mundial.

Es imprescindible apoyar a los más afectados, el turismo, los restaurantes y muchos otros micro empresarios formales que no saben qué hacer y están desesperados.

Aclaración final: me refiero a las pequeñas empresas, no a los comerciantes formales e informales a quienes les han prestado 25 mil pesos, que no creo que solucionen un semestre de caos económico.

Todos pensábamos en una cuarentena de 40 días, no de 100 y mucho menos que se vaya a convertir en una de 400 días. La boca se me haga chicharrón.

Hasta la próxima

 

Miguel C. Manjarrez