Reparación de vidas catastróficas: Capítulo 33. El incidente

Réplica
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El incidente

Después de un par de semanas, presenció un acto de discriminación. Uno de los instructores del gimnasio se acercó a un joven que vestía pantalón de mezclilla y le indicó, amablemente, que debía retirarse del lugar porque violaba los códigos de vestimenta.

El joven, visiblemente nervioso, explicó que había olvidado su ropa deportiva y pidió terminar su rutina, ya que era importante para él. Pero el gerente, un hombre atlético de barba llamado Luis, se acercó con actitud prepotente y le ordenó:

–¡Salte! No puedes estar aquí.

El joven abandonó el gimnasio cabizbajo. Mario fue tras él.

–¿Todo bien? Te noto muy nervioso –le preguntó.

–No, no… todo bien. Sólo que necesitaba terminar mi rutina. Es mi medicina. Si no hago ejercicio, me dan ataques de ansiedad. No puedo concentrarme, no puedo.

Mario le pidió su número y trató de calmarlo. Le aconsejó ir a casa y prometió hablar con el gerente. El joven, llamado Berto, agradeció y se marchó.

Mario regresó a la recepción y pidió hablar con el gerente. Con tono firme le señaló que lo que había hecho era un acto de discriminación. Luis se limitó a responder que sólo seguía el reglamento.

–¿Así tal cual? –preguntó Mario.

¿Prohíben el ingreso a quienes usan pantalones de mezclilla?

–No precisamente. Dice que deben venir con ropa cómoda.

Mario se dio cuenta de que dialogar con Luis era inútil. Dejó el lugar.

Al día siguiente, al no ver a Berto en el gimnasio, decidió llamarlo. Contestó una mujer. Al preguntar por él, la voz al otro lado le informó que Berto se había quitado la vida el día anterior. Mario, en shock, pidió disculpas y colgó.

Sentado en el gimnasio, múltiples pensamientos lo inundaron. Me dijo que era su medicina, pensó. El imbécil del gerente le quitó su medicamento. Lo mató.

En un arranque de ira, Mario bajó a la recepción y, a gritos, acusó al gerente de ser un asesino. Prometió demandarlo ante Profeco y las autoridades correspondientes.

El gerente expulsó a Mario del gimnasio.

Reparación de vidas catastróficas

Miguel C. Manjarrez

Revista Réplica