Tal vez no puedas cambiar todo lo que te pasa. Pero puedes decidir en qué piensas más...
Hay un filtro en tu cerebro que decide a qué prestarle atención. No es magia, ni destino, ni vibraciones del universo. Se llama Sistema de Activación Reticular y vive en tu tronco encefálico, justo entre lo que sientes y lo que haces.
Este sistema, que compartimos con otros mamíferos, es como un portero mental. Filtra millones de estímulos y selecciona solo aquello que considera relevante para ti. ¿Y cómo sabe qué es importante? Por lo que tú repites con insistencia. Tus pensamientos, tus miedos, tus deseos, tus obsesiones.
Si cada día repites que no eres suficiente, el SAR empezará a buscar y filtrar pruebas para confirmar esa idea. Si solo piensas en carencias, tu cerebro se entrenará para ver escasez en cada rincón. Lo peligroso es que no lo hace por maldad, sino porque cree que eso es lo que tú necesitas notar. Le estás enseñando a priorizar con tu atención.
Por eso, cambiar lo que piensas no es cursilería new age, es neurociencia. El SAR es entrenable. Puedes enseñarle a detectar belleza, gratitud, oportunidades. Pero eso requiere repetir —con intención— nuevos pensamientos. No se trata de negar lo malo, sino de dejar de obsesionarse con ello.
Tu cerebro es una herramienta preciosa, pero también es literal: no distingue entre lo que deseas y lo que temes, solo reconoce lo que repites. Si lo nutres de miedo, te dará miedo. Si lo nutres de propósito, empezará a mostrarte caminos.
Tal vez no puedas cambiar todo lo que te pasa. Pero puedes decidir en qué piensas más.