Reprogramación mental
Después de una semana, con la puntualidad de un londinense, Karlos envió un mensaje al celular de Mario.
– Cabrón, mañana a las ocho te veo en mi casa, trae a Estephanía, aquí estará mi amigo Carlos, con C. Ya le platiqué tu novela y él te ayudará a cambiar tu forma de ver las cosas. No lo desaproveches, Charlie es una personalidad sumamente ocupada. Si no lo ves mañana, no lo verás, quizás, nunca más.
Mario contestó:
– Pues con esa invitación, ¿quién podría faltar? Por allá nos vemos.
– No sea mamón – replicó Karlos. – Aquí te veo.
Mario y Estephanía llegaron a la casa de Karlos. Carlos Cuevas ya se encontraba en la estancia preferida de Karlos. Antes de entrar a la propiedad, a Estephanía y Mario les llamó la atención que se encontraran casi una docena de hombres con aspecto de militares vestidos de civil, y más aún que los revisaran con detectores de metal.
Estephanía conocía al empresario Carlos Cuevas, pero no sabía que él era el amigo que ayudaría a Mario. Carlos Cuevas, al verla, la saludó efusivamente y recordó los momentos que pasaron juntos, así como la vida desenfrenada que llevaban.
Así fue la presentación:
– Estefanía, guapa, hace años que no te veían estos ojos que se han de comer los gusanos. Ya no soy aquel que conociste. Dejé la cocaína, los excesos, las bebidas caras. Soy una persona espiritual, ahora me dedico a hacer dinero. Mi negocio ya no es el pan, son las inversiones inmobiliarias. Ahora comprendí que tengo un legado que cuidar, unos hijos que encausar y unos políticos que financiar. Espero que olvides todo aquello que vivimos juntos. También te ayudaré a que reprogrames tu mente – gritó mientras disimulaba su nerviosismo con risotadas.
– Carlos, te presento a Mario.
Amigo, este muchachón es Mario Brunetti.
–Mucho gusto, estimado Mario. Conocí a tu padre. Lo veía mucho en el club de empresarios.
¿Dónde anda?
– No lo veo mucho, vive en Italia. Allá tiene negocios. Hablamos una vez al año, cuando se acuerda de mi cumpleaños.
– ¡Qué barbaridad, chavo! Me platicó Karlos que te dejó la novia de la infancia y te enamoraste de una drogadicta.
– ¡Auch!, qué claro, así fue.
– En la vida hay que ser claros, concisos y trabajar sobre las cosas tal como son. Suponer, nunca, es una de las acciones que te puede llevar a la perdición. Nunca supongas. Si algo te molesta o te agobia, investiga, pregunta, enfrenta de manera educada y respetuosa, pero no hagas historias en tu mente. Suponer es enloquecer. Y cuéntame, ¿qué te enamoró de…?
– Valeria.
– ¿De Valeria?
– No sé, quizá su caos. Quizá la necesidad de estar con alguien, de recuperar el amor de Erika. De salvarla, de hacer de ella una persona de bien. De sacarla de ese infierno en el que se encontraba. La expectativa de descubrir quién era sin drogarse, sin todos esos problemas que tenía. La necesidad de cuidar a alguien, de tener una familia. Mi padre nunca estuvo a mi lado y mi tía, que me crió, era una persona muy ocupada, crecí con nanas y chóferes. Creo que quise darle amor y salvarla.
– Claro, el salvador de vidas catastróficas.
Lo primero, que seguro ya has escuchado, es que no se puede salvar a nadie. Puedes orientar, guiar y hasta acompañar, pero sólo las personas que quieren cambiar por alguna motivación en especial, cambian. Probablemente te sientes solo y quizá, para no aburrirte, te buscas problemas. Algo en qué mantener ocupada tu mente, para, me atrevo a concluir, olvidar las ausencias de tu padre y la muerte de tu madre. Historia conocida en la “suciedad” mexicana.
Trataré de explicarte en qué consiste la reprogramación mental. Construimos personalidades por años. No tenemos noción de nuestros patrones. Hacemos lo mismo una y otra vez. La mente trabaja de manera automática. Si te la pasas lamentando el pasado, si alguien te dejó o te engañó, seguramente pasarás así mucho tiempo.
El Yo de siempre te maneja. Estás programado de alguna manera. Así pasa con las drogas. Si el cerebro sabe que ciertas sustancias te hacen bien, buscará la forma para que las consumas.
Te conviertes en lo que frecuentemente haces y piensas.
– Pero, ¿por qué me enamoré de una mujer problemática?
– Ay, mi amigo, porque en tu vida te hiciste adicto a los problemas y a las situaciones caóticas. Tu cerebro cree que es el modo normal de vivir. Así, tu cuerpo y tu mente necesitan las energías y el vigor que te dan los problemas. Inconscientemente, quieres que pasen cosas malas, para sentirte en movimiento.
La famosa prisión de lo conocido. La zona de confort. La información que te dieron de pequeño, cuando tu memoria estaba vacía, aprendiste a vivir en el drama desde pequeño. La muerte de tu madre, la huida de tu padre.
– No, pues estoy jodido. Mi vida fue un drama siempre. ¿Tengo que vivir así por siempre?
– Noooo, es a lo que vine. A enseñarte cómo cambiar tu vida. Me siento como el de “¡pare de sufrir!”
Un concierto de carcajadas llenó el vacío en la habitación.
– Un poco de bromas no está mal de vez en cuando. Hay que reír para dejar de sufrir. El secreto es la autorregulación. Comprender que el pensamiento que tienes no es bueno. Lo reconoces, lo desmenuzas y te dices a ti mismo: “Eso no está pasando en este momento”. Como dicen los budistas, el aquí y el ahora. Ni pasado ni futuro. Sólo por hoy, un día a la vez.
– Mario interrumpió a Carlos… como el lema de los Alcohólicos Anónimos.
– Así mero, es todo lo mismo. Vivir el momento presente. El pasado ya pasó, ya no está, no existe. Otra cuestión sumamente importante es el amor propio. Tratarse como tratarías a tu amado o a tu amada. Háblate bonito, quiérete, apapáchate, vístete bien, báñate, aliméntate bien, haz ejercicio, lee tu libro favorito, invítate a cenar… en fin, lo que te guste. No naciste odiándote. Si estás en modo agresión contigo, estarás así con todo. La sangre se va a los músculos para darte energía y huir, siente peligro. Aunque sea un simple pensamiento basura, la mente no sabe si es real o no. No estamos diseñados para mantenernos así en modo supervivencia por mucho tiempo. Si estás en modo agresión, terminarás destruyendo a tu sistema nervioso. Quiero decir, si sigues lastimándote por la chava drogadicta, te haces daño cada día más y más. Este modo provoca que segregues la hormona del cortisol. Para estar mejor, te tienes que relajar. Por eso se recomienda realizar meditaciones.
– ¿Quieres decir que todo está en mi mente?
– Claro, la mente no es tu enemiga, sólo que no sabe qué pensar o cómo reaccionar. Es un músculo. Lo has entrenado para tal o cual cosa, y le has enseñado a comportarse así por años, por lo que no es fácil cambiar la programación, pero con disciplina lo puedes hacer. Cambia lo que piensas, repítete: todo va a estar bien. Son ideas tuyas. No supongas. Pregunta. Cambia los hábitos, los programas, los patrones.
– ¿Te refieres a las cosas que hago de manera repetitiva?
– Sí, claro. La adicción a las cosas negativas. Recuerda que tú eres el único que controla tu mente. Y eres el único que puede cambiar los pensamientos. Ahora mismo, puedes pensar: “Lo que dice Carlos me va a ayudar, gracias por la información” o “¿cuánta mamada dice este viejito?, quiero más chelas”.
Ahí está la gran diferencia. Tú ordenas tu vida, o la mandas al carajo. Cuando pienses algo negativo, para, pregúntate: ¿por qué pienso esto?, ¿está pasando en este momento?, si pasa, pues veré qué hago cuando pase. Dialoga contigo mismo. Muchas personas quieren lo fácil, no enfrentar a sus demonios porque duele, pero el dolor sana, el dolor abre tus caminos, tus horizontes. El dolor te avisa que existe algo ahí. El valor y el coraje existen porque existe el miedo. Convierte a tu mente en tu aliada. Tú la manejas. Pregúntale, infórmale, dialoga desde el amor a ti mismo.
– No entiendo muy bien, dame un ejemplo.
– Mira, en la sociedad mexicana se decía que yo había matado a mi primera esposa porque se embarazó de su chofer. Ella murió en un accidente en la casa. Cuando entraba a los eventos de empresarios, sonriente y feliz, mi mente me decía que todos cuchicheaban sobre aquello. Seguro ese piensa que soy un asesino, etc. Entonces dialogaba con mi mente inquieta. Le dije: Carlos, tú no hiciste eso. Tienes la conciencia tranquila. Te observan porque eres uno de los hombres más ricos de México. Y entonces pensaba, se acercaban a hablarme de sus proyectos y en búsqueda de que invirtiera con ellos. Me daba cuenta que solito me hacía películas en la mente. Así funciona más o menos.
A ver, dime algún pensamiento recurrente.
– Pues pienso mucho en por qué Valeria me hizo tanto daño si yo le daba todo mi amor, la trataba bien, sólo quise su bienestar.
– OK, debes repetirte hasta el cansancio que Valeria ya no está en tu vida. No te puede seguir dañando y no lo hizo a propósito. Lo hizo porque es una adicta, no piensa en las consecuencias de sus actos, está controlada por una sustancia. Digamos que tiene una enfermedad mental. Tú no tienes la culpa de absolutamente nada. Perdónate. Escribe una carta a ti mismo y háblate con la verdad. Léela unos días y luego rómpela o quémala. Y despídete de aquella energía.
Mírate siempre en tu imaginación, exitoso y feliz. Negocia contigo. Sé disciplinado, haz un calendario completo y cúmplelo al pie de la letra. Así tu cerebro comenzará a adaptarse a la nueva realidad. En ese calendario pon actividades recreativas, alejadas de cualquier sustancia o comportamiento adictivo. Puedes ir un fin de semana a Tepoztlán, y el otro al cine, o el otro quedarte en casa viendo series, y el otro irte a un restaurante en Polanco. No sé, se me ocurre. Haz ejercicio en casa o en el gimnasio. Medita. Todo aquello que repetimos, el cerebro lo automatiza para no desgastarse tanto. El inconsciente es huevón. Comprende por qué haces las cosas, reflexiona. Evita distracciones durante mucho tiempo. Date un tiempo en tu calendario para ver las redes sociales, por ejemplo. Ten un motivo para vivir, ¿ya tienes uno?
– Sí, quiero ayudar a los adictos.
– Me parece increíble, pero aguas con la codependencia. Y, ¿cómo piensas hacerlo?
– Aprender, estudiar, comunicarlo en conferencias o escritos.
– Muy bien.
Sé dueño de tu voz interior. Y tus acciones. De tus buenos hábitos. Divaga con tus pensamientos. Conócete, ámate, compréndete y siempre ten conciencia de que nadie es perfecto. Todos tenemos demonios y malos momentos, todo depende de cómo los gestionamos.
Cuando murió mi padre, éramos muy allegados, en lugar de sufrir como María Magdalena, agradecí haber tenido un padre, estar con él en sus últimos momentos, y eso me tranquilizó. No hubo tanto drama como mis hermanos, que se distanciaron de él, lo lloraron y extrañaron mucho. Hay que divagar para crear. Las mejores ideas se han construido en mentes reflexivas. Nadie puede crear cosas desde el estrés, la ansiedad y la inmediatez. La supervivencia en modo cortisol.
– Muchas gracias, don Carlos.
– ¿Don? Bueno, estoy ruco. Desde el próximo lunes – era sábado – métete al gimnasio y me platicas cómo te cambia la vida. Recuerda: la mente necesita respiraciones, meditación, ejercicio físico y mental, naturaleza, bondad, disciplina, buenas costumbres alimenticias, y compañías que le generen paz y armonía.
Karlos con K admitió haber aprendido mucho del asunto, así como Estephanía. Carlos se despidió tomando un sorbo de café espresso con un alfajor que había llegado un día antes, directo de Argentina. Lo comió despacio y dijo: “Esto es placer. Ya ven, date un gusto con un chocolate de vez en cuando, y te da el mismo placer que una droga. Cómelo todos los días y ya no lo disfrutas, no te sabe tan rico. De lo bueno, poco; de lo mejor, más poco. Hasta la vista, amigos.”
La reunión reprogramó la mente de los ahí presentes. Se quedaron reflexionando y abrieron la ventana hacia sus miedos, sus temores y sus pensamientos kamikazes.