Reparación de vidas catastróficas: Capítulo 29. La presentación

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La presentación

—Querida amiga, ¿a quién me traes ahora?

—Hola, Karlos. Este es mi amigo Mario Brunetti. Anda un poco perdido en las trampas del amor y quiere, si se puede claro, leerse las cartas. Y de paso, que le des un consejo, unos tragos, una cachetada… o que te lo agarres a madrazos.

Tras un concierto de carcajadas, Karlos abrazó a Mario y le aseguró que lo curaría. “O si no, dejo de llamarme Aparicio”. Más carcajadas llenaron el aire.

Pidió a ambos que lo siguieran al sótano, donde se encontraba el salón de juegos.

—Miren, chavos, en esa vitrina está mi colección de tazas: son 222. Cada una representa una sentada en algún café del mundo. Un día antes de llevármelas, visito el establecimiento que elija, ya sea recomendado por lugareños, visto en una guía turística o encontrado al azar durante mi caminata matutina. Pido un espresso doble cortado y disfruto de algún pan o helado mientras observo a las personas ahí sentadas. Es impresionante todo lo que puedes aprender de la vida de los comensales con solo mirarlos un par de horas.

Me llevo una taza parecida a la del establecimiento, pero sin que un mesero o algún chismoso como yo me descubra. En ese rush de adrenalina, rompo la taza pirata al piso, calculando que se haga pedazos. Luego, mientras la conmoción está en su punto máximo, guardo la original en mi mochila para agregarla a mi colección de tazas robadas.

Karlos relató esto con una sonrisa traviesa, mientras Mario y Estephanía se reían incrédulos.

—Aquí hay piezas de París, Roma, Londres, Florencia, Ciudad de México, Nueva York y Boston, mis ciudades favoritas. En todas ellas tengo una propiedad, y las visito al menos dos veces al año.

Suspirando con nostalgia por sus aventuras, Karlos empezó a barajar las cartas españolas. Al poner la primera sobre la mesa, apareció la carta del Diablo. No le gustó. Suspendió la tirada, argumentando que había una energía mala, pesada. “Quizá de la mala mujer”, añadió, mirando a Mario.

Mario se quedó helado. Karlos le explicó que debía olvidar a alguien, pues esa persona lo estaba consumiendo. “Es de las peores energías que he visto”, dijo.

Lo motivó a hablar de sus penas. Mario accedió y así pasaron casi dos horas, en las que hablaba, tomaba café, comía algún postre y, en ocasiones, perdía la voz al contener el sollozo.

Karlos lo escuchaba pacientemente.

—Desahógate, tu caso es interesante. Estoy conociendo tu historia para poder orientarte. Habrás notado la diferencia de edades, yo tomaba té con mis primas, las momias de Guanajuato —bromeó, provocando otra risa nerviosa en el joven.

Finalmente, cuando Mario terminó de contar su tortuosa relación, Karlos lo miró fijamente y le dijo:

—¿Puedo ser directo y sincero?

—Claro, don.

—Bueno, cabrón, primero no me digas “don”. Y segundo: estás bien pendejo.

Y así comenzó Karlos su brutal, pero iluminadora lección de vida, abordando la dependencia emocional, los vínculos tóxicos y el amor propio, entre carcajadas, confesiones y un análisis descarnado del alma humana.

Observo que la chava está en la etapa de destrucción; todos pasamos por ella, unos más, otros menos. Algunos tienen mayor amor propio, por lo que no denigran su cuerpo, su espíritu o su alma.

Las drogas son el resultado de un tema que no ha sido tratado. Algunos las prueban por curiosidad, pero no necesitan sustancias nocivas para olvidar algo que no pueden trabajar en terapia o con ellos mismos, hablando, entendiendo a sus demonios. Desenterrando los traumas más dolorosos, asimilándolos, aceptándolos e integrándolos a su vida diaria.

La mente es muy poderosa, puede ser tu enemiga si tú se lo permites.

Enfoquémonos en ti. Tu novia puede ser la peor persona en el universo, pero debes entender que ella es así. En su estado mental no está siendo un ser despreciable. Ella no cree que destruye su presente y su futuro. No entiende cómo la ven los demás. Coloquialmente hablando, es su pedo.

Pero la pregunta crucial es: ¿por qué estás enganchado con alguien así?

Es lo que debes preguntarte. Enamorado no estás. El amor es una fuerza espiritual mágica que solo se construye con reciprocidad. Si tú amas y no te devuelven eso, el amor se lacera y se va diluyendo hasta esfumarse, se termina pues. Ahí entra la dependencia emocional y un vínculo afectivo enfermo.

Mario lo miraba, y por primera vez empezaba a entender que su relación no era un cuento de hadas, ni un amor de película.

Continúa, Karlos…

–Tienes un vínculo poco sano. El amor no es sufrimiento, no. El amor se siente bien. Te sientes seguro, confiado, pleno y feliz.

Por lo que me contaste, siento que estás en una relación –estuve, contestó–, bueno, estuviste en un tema de codependencia. Quisiste salvarla. Presenciaste tanta asquerosidad humana que, en tu empatía, que la tenemos todos los humanos, pretendiste salvarla.

Quizá, no sé, tú dime, por la pérdida de tu madre, podría ser que la viste reflejada en ella y no ibas a permitir que muriera también. ¿O qué opinas? ¿Vamos bien?

–Ay, cabrón, no lo había pensado así, aseguró Mario mientras agarraba su cara con ambas manos.

–Eso es lo que tenemos que hacer: rascar, meditar y sanar, o saber bien a bien por qué.

Primero entiende que no se puede amar a una persona que no se quiere. Drogarnos con cristal no es quererte, es odiarte. Y no juzgo, pero las drogas fuertes son veneno puro. Sabes, y cualquiera entiende que, consciente o inconscientemente, se quieren matar.

Si algo te preocupa mucho, te drogas para olvidar, pero cuando termina el efecto de la sustancia, el problema se agudiza, y a ese tema doloroso se le agrega el dolor mental del arrepentimiento y el dolor físico de la necesidad de la mierda que te metes. Se convierte en el mismísimo infierno, en un círculo vicioso que cada vez se hace más complicado sobrellevar, una bola de nieve. El mismísimo infierno, mi estimado.

Pero, ¿qué crees? Seguro ya sabes que tú no puedes obligar a ningún adulto a dejar de joderse la existencia, si no quiere hacerlo, no lo hará. Así que no te agobies por ella, deséale lo mejor y céntrate en ti.

El amor no es sufrimiento, aunque nos pongan canciones para cortarse las venas con galletas de animalitos.

A ver, Mario, ¿crees que esa chava, que le encanta la droga y andar de cascos ligeros, es tu futura esposa?

Claro que puede cambiar, pero tú no te metas en el proceso. Eres su esclavo y ella es esclava de la droga. No tiene el juicio correcto, no sabe lo que hace, ni se va a acordar del daño que te hizo, o sigue haciendo, mientras tú vas a tener eso grabado en tu cerebro. No te puedes unir a alguien desde el dolor, desde la adicción.

Quizá tuvo una infancia disfuncional, la mayoría la tuvimos. Los dos necesitan curarse, pero ella es adicta, mi amigo. Primero tiene que tocar fondo para querer dejar de sufrir, hartarse de estar harta, limpiarse, desintoxicarse.

Sabes, el cerebro tarda en volver a la normalidad un año o más. Un adicto no puede, o no debe, tener una relación amorosa seria hasta después de un año de su último consumo.

El codependiente ayuda sin que se lo pidan, necesita ser necesitado.

Ella es tu droga, te gusta, la amas, pero te hace daño.

Ahora que se fue a Europa es tu oportunidad para trabajar en ti. Desintoxícate y reprograma tu mente.

La mente es un músculo, aprende y acepta las cosas repetitivas, aunque sean extremadamente malas para nosotros. Para la cholla eso está bien, es normal, pide más.

Estás enamorado de tu verdugo, de tu violentadora emocional.

Toda la energía que usas pensando en ella, úsala para pensar en ti.

–¿En mí? –preguntó Mario, mientras escuchaba perplejo las palabras de su nuevo mentor, como lo había asociado en esos momentos. Todo lo que decía le hacía sentido y le provocaba un golpe en el vientre, una sensación similar a recibir una agresión física en la boca del estómago.

–Sí, Mario.

Lo más importante es cuidarnos a nosotros mismos. Y eso se hace poniendo límites. No podemos permitir que alguien nos provoque dolor. Y bueno, las cosas que me contaste, permíteme decirte que estuvieron muy tortuosas, dolorosas, angustiantes. Sufriste una tortura, una pesadumbre que se te ve en la mirada.

Esa chava te dejó fumigado, mi amigo. Te va a costar trabajo salir, pero lo vas a lograr y yo te voy a ayudar. Con algunos ejercicios y tiempo estarás del otro lado.

No te diré: “deja ir”, qué mamarrachada es esa, pues ni que fuera tan fácil. Entre más intensa es la relación, más penetra nuestra mente, nuestra alma, cada célula de nuestro cuerpo.

Cuando alguien te trata mal y luego tienes relaciones amorosas y medio te trata bien, y luego mal, tu cerebro solo se queda con ese momento donde recibió afecto y entonces busca esas migajas de cariño. Y entre peor te traten, más buscas. La mente, ante situaciones traumáticas, como cuando me dijiste que te dejó en shock y no sentiste nada, está protegiéndote ante un trauma severo, por eso se cierra al evento catastrófico.

Tu mente necesitaba adrenalina y, pues, la chava esa era la hija de Freddy Krueger con Jason y Chucky.

Estephanía soltó una risotada que contagió a todos los presentes en el salón durante varios minutos.

–Mario, perdón que insista, pero mi responsabilidad como persona mayor y experimentada es enseñarte que existe una salida del pantano donde te encuentras.

Lo primero que hay que hacer es engañar al cerebro, darle esas sustancias que producía tu historia de terror.

–¿Y eso, cómo se hace? –murmuró Mario.

–¿Busco a una chava decente?

–Sí, búscala, pero en un tiempo razonable. No le lleves guano a su vida, ahí deja que te espere a que estés apto para amar.

Haz ejercicio, aliméntate bien, toma agua, no te drogues, no tomes alcohol. Estudia los doce pasos y aplícalos a tu tema, eres un adicto al mal amor. Desapégate, usa toda la energía para ti y solo para ti. Ya no te preocupes por ella. No tengas conflicto. Cuando regrese, si regresa, si es que no se queda allá, muerta o en la cárcel, no interfieras con su proceso. Si te gusta mucho y quieres, espérala a que se cure y a que esté sobria un año o más. A lo mejor ya no te cae bien.

No te metas en la vida de los demás, así como yo. Créeme que es lo mejor que puedes hacer. Eres responsable de ti. Solo tú puedes cuidarte, protegerte, quererte.

Cuando queremos controlar a los demás, ese control nos termina controlando, ni lo agradecen y terminamos enojados con la vida.

Si es difícil controlar nuestros pensamientos y nuestras emociones, imagínate las de los demás.

El secreto es no esperar nada de nadie. Pero en el amor, es necesaria la reciprocidad. Mismos valores, mismos principios, mismas creencias, misma educación.

Lo que no te guste, no lo aceptes.

–Muchas gracias por sus consejos. Me abrieron el horizonte. Ya no soy responsable de las malas acciones y decisiones de Valeria.

–Claro, Mario. Hay millones de chavas decentes. Y por decencia te diré que son respetuosas. El respeto es el secreto de las relaciones duraderas y favorables.

Y, sonará muy fuerte, pero es una chava que se droga, que no respeta su cuerpo, su mente, su alma y su corazón, ¿qué va a respetarte a ti?

¿Es su culpa? No y sí. No, porque la sustancia la domina y la hace cometer tonterías. Pero sí, porque tomó las decisiones equivocadas. Se rodeó de las personas incorrectas y nunca trabajó en ella misma, psicológicamente hablando.

Te voy a entregar el secreto milenario para ser feliz y, en tu caso, estar bien.

¿Lo quieres?

–¡Claro!

–¿Lo harás?

–¡Seguro!

–Bueno, te paso los datos, pero lo importante es hacerlo todos los días de manera disciplinada y constante. Si no, no funciona.

No te voy a explicar cómo trabaja científicamente.

Solo te diré que involucra la creación de sustancias químicas que regulan tu estado de ánimo.

Si prefieres, después investiga el funcionamiento químico del cerebro. Debe estar regulado como un reloj. Cosas sencillas, milenarias, pero que necesita nuestro cuerpo.

Medita, no me refiero a que tienes que levitar con siete serpientes bailando al compás de tus chiflidos, no, solo respira, enfócate en la respiración de tu cuerpo.

Reza, lee la Biblia, los salmos, reza el Padre Nuestro cinco veces al día, busca afirmaciones positivas y léelas todos los días en la mañana y en la noche. No es esto de decretar y ya aparece la modelo internacional y el Ferrari. Recuerda que tu mente recibe todo lo que piensas, y si la entrenas con pensamientos positivos, estará centrada en eso y no en la hecatombe de la negatividad.

Haz ejercicio, corre, haz pesas, calistenia, natación.

Escucha música, de preferencia no de Lupita Dalessio o José José, sino música que te guste y que puedas bailar. Para que no te contamines con historias de desamor, puede ser en otro idioma, uno que no entiendas.

Escucha las frecuencias sagradas o música para relajarte. Ahí la buscas en alguna plataforma de tu celular.

Toma mucha agua y vitaminas: magnesio, zinc, ácido fólico, vitamina B12, vitamina D, frutas y verduras. Si no quieres parecer una vaca, pues pastillas.

Lee mucho, así tu mente imagina en lugar de pensar en la hija de Chucky.

Toma el sol, pasea en la naturaleza, cómprate un perro y acarícialo.

Abraza a todos.

Y ya me voy, pues ya es casi medianoche. Te ahorré mucha lana del psicólogo y aquí los espero la próxima semana. Voy a invitar a un amigo que sabe de la reprogramación mental.

Investiga los 12 pasos. Llévalos a cabo y haz lo que te dije al pie de la letra.

El tiempo es oro, amigo, la vida es prestada. Te puedes morir mañana y los últimos días de tu vida los pasaste sufriendo por una chava que ni siquiera siente que hizo algo mal. Tiene el juicio equivocado, la mente enferma, dependiente de una sustancia que la está matando y tú… sufriendo. Ahora sí, no me chingues, Juan Domínguez.

Yo sé que lo que viviste estuvo cabrón y por eso te voy a ayudar. No es fácil salir de una serie de acontecimientos traumatizantes que te provocó una persona que según tú amabas, y lo que quedó ahí impreso en tu mente, en tu alma y en tu corazón va a costar trabajo sacarlo, reprogramarlo.

Pero se puede, amigo, el secreto es el amor propio y la disciplina.

Llegó la despedida y los agradecimientos. Se verían en una semana.

Reparación de vidas catastróficas

Miguel C. Manjarrez

Revista Réplica