El adiós definitivo
Mario sabía que si seguía con ella, todo colapsaría para él también. Lo comprendió tras investigar sobre la codependencia.
Un día, el psicólogo de Valeria le habló con franqueza:
—Mario, los adictos que no quieren mejorar no mejoran, así el mismísimo Papa les ayude. Estás obsesionado con salvarla, pero esa no es vida. Busca ayuda para ti mismo.
Le envió audios de Al-Anon y le pidió escucharlos. Mario lo hizo. Aquellas palabras le salvaron la vida.
Dejar a Valeria le dolió profundamente. Vivió su propio síndrome de abstinencia durante meses, pero, por primera vez, sintió que estaba construyendo una vida que valía la pena vivir.