La llamada
El teléfono sonó. Mario tomó el auricular; era Valeria.
—¡Mi flaco hermoso! Te extraño mucho, güerito.
—¿Valeria? —preguntó Mario, pues la voz se escuchaba distorsionada.
—¿Quién más? Te extraño… vinieron los colibríes, los ovnis. Me hablaron, me dijeron que tenía que verte otra vez.
—¿Has consumido? —espetó Mario.
—Un poquitoooo, solo un poquitito.
—¿Dónde estás? Voy para allá.
—Sí, ven, hermoso ángel de luz.
Valeria le dio la dirección de su ubicación.
Mario salió al encuentro de su amada. Necesitaba detenerla, ayudarla a dejar de consumir, de hacerse daño.