La adicta y el novio
Después de algunos días de abstinencia, las pláticas incómodas comenzaron a surgir. Mario quería claridad sobre su relación, así que preguntó:
–¿Qué somos?
–¿Somos de qué? –respondió Valeria, como siempre lo hacía, fría y evasiva.
–Quiero exclusividad sexual –le dijo Mario.
–Soy una persona muy sexual y no garantizo fidelidad alguna, te lo dije la otra vez.
–Pero entonces, ¿debemos terminar?
–¿Cómo? ¿Me quieres dejar en este momento de mi vida? Estoy haciendo esto por ti, porque vales la pena. Eres guapo, de buena familia, educado, cariñoso y, sobre todo, me aguantas.
–Pero tengo miedo de que me pegues alguna enfermedad, Valeria.
–Me cuido, ¿crees que soy estúpida?
–Necesito que te hagas el análisis del VIH.
–Pues háztelo tú, ¿cómo sé que no andas con más personas?
–Claro que me lo haré.
–Bueno, háztelo y vemos.
Al día siguiente, Mario acudió al laboratorio de análisis clínicos más cercano. Iba nervioso, no podía negarlo; nunca antes se había realizado una prueba de ese tipo. El resultado fue negativo. Descansó. Se tranquilizó. Cuando volvió a ver a Valeria, ella salía de la clínica de adicciones. Acudía a casa de Mario para desayunar, hablar de sus avances en la rehabilitación y convivir como una pareja estable. Había mayor comunicación.
Valeria trabajaba desde casa; tenía que traducir unos libros al francés, idioma que dominaba a la perfección.
–Vale –la llamó él con voz tierna y tranquila.
–¿Qué pasó? –respondió ella, sin despegar la mirada de la pantalla–. Estoy muy metida en la traducción.
–Aquí están mis resultados. Salieron negativos.
–¿Me estás presionando? Mira, si quieres, no volvemos a hacer nada para que no te preocupes tanto por contagiarte de SIDA. Pero a mí no me vas a ordenar nada. Yo no funciono así. Si me quieres obligar, olvídalo, chico. Es más, ¡terminamos! Estoy harta de tu control.
Mario quedó en silencio. Valeria se levantó y salió de la casa sin mirar atrás.
El resto del día, Mario estuvo sumido en sus pensamientos. Reflexionaba sobre la reacción de Valeria. ¿Tendrá VIH?, se preguntó. Pasaron dos semanas de separación hasta que Valeria reapareció. Había recaído. Había consumido durante nueve días diez gramos de cristal.