Leer para pensar. Leer para incomodarse. Leer para cambiar.
Leer nunca fue un pasatiempo ligero, aunque hoy muchos lo reduzcan a eso. En su sentido más puro, leer es un acto de rebeldía. Es abrir un libro y permitir que otro ser humano, con sus ideas, sus miedos y sus verdades, se meta en nuestra mente y nos obligue a pensar, a incomodarnos, a cuestionar aquello que dábamos por seguro.
La lectura no nació para entretenernos, nació para movernos. Cada palabra bien puesta es una sacudida: te hace dudar de tu moral, de tus creencias, de la forma en que miras la vida. Los buenos libros no son cómodos; son espejos incómodos que devuelven versiones de nosotros mismos que preferiríamos no ver. Y, sin embargo, ahí radica su poder: en mostrarnos lo que callamos, lo que evitamos, lo que necesitamos transformar.
Hoy, en un mundo que premia la rapidez, la distracción y el consumo inmediato, leer parece un lujo arcaico. Los teléfonos nos enseñaron a escanear titulares, a pasar el dedo por pantallas infinitas sin detenernos en nada. La paciencia que exige un libro —ese diálogo silencioso y lento entre lector y autor— se ha vuelto un ejercicio casi heroico.
Y lo peor: hemos empezado a creer que leer es opcional, una especie de adorno cultural para quienes “tienen tiempo”. Como si pensar con profundidad fuese prescindible. Como si vivir anestesiados de preguntas no nos volviera más frágiles, más manipulables, más vacíos.
Leer es mucho más que juntar letras. Es dejar que algo entre en ti y te modifique. Es experimentar la incomodidad necesaria para crecer. Porque si un libro no te cambia, ¿qué sentido tuvo leerlo?
Quizás sea tiempo de volver a leer con la humildad de antes: no para acumular frases bonitas que adornan redes sociales, sino para permitir que cada página nos atraviese. Tal vez así recordemos que leer no es un hábito, sino un acto de resistencia íntima frente a un mundo que nos quiere distraídos, dóciles y superficiales.
Leer para pensar.
Leer para incomodarse.
Leer para cambiar.
Ese siempre fue, y sigue siendo, el sentido original.