Educación sin antifaz: drogas, juventud y el espejismo del silencio

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Hablar de drogas con jóvenes no los empuja al abismo. No hablar, sí...

Hay programas que, por su sencillez, parecen irrelevantes. Y, sin embargo, son pequeñas bombas de lucidez. Tal es el caso de keepin’ it REAL, una iniciativa estadounidense de prevención de adicciones que opta por lo más revolucionario en estos tiempos: decir la verdad.

En lugar de alimentar el mito de la droga como entidad demoníaca o paraíso maldito —ambos igual de inútiles—, el programa pone a jóvenes frente a jóvenes. Testimonios sin filtros, estrategias reales para decir “no”, lenguaje directo, y sobre todo: la comprensión de que el mundo allá fuera no está esperando con una cartulina educativa, sino con un gramo, una pastilla o una línea. Y muchas veces, con la sonrisa seductora del que ya cayó y quiere compañía.

En México, mientras tanto, seguimos cruzando los dedos. El método es simple: esperar a que no pase nada. Y si pasa, que no se note. Si un hijo pregunta sobre drogas, se cambia el tema. Si un adolescente consume, se culpa al amigo, al barrio, al diablo. Y si alguien propone hablar del tema en las escuelas, surgen los escudos morales con la frase favorita del conservadurismo ingenuo: “no vaya a ser que se les antoje”.

La misma lógica aplicó, no hace tanto, con la educación sexual. Callar era proteger. Decir “pene” o “condón” era libertinaje. Resultado: generaciones enteras que aprendieron sobre sexo con los susurros de un primo, las revistas mal dobladas de un puesto de periódicos o el primer cuerpo ajeno que se dejó tocar. Y luego, claro: embarazos no planeados, infecciones, silencios, culpa.

¿Vamos a repetir la fórmula?

En vez de prevenir, asustamos. En lugar de formar, prohibimos. Y cada vez que se prohíbe sin explicar, se siembra curiosidad sin brújula.

Los testimonios en escuelas, cuando los hay, muchas veces parecen relatos de una fiesta que se les salió de las manos. No se presenta la tragedia con crudeza, sino como una anécdota mal cerrada. Y el peligro no es que se romantice el dolor, sino que no se comprenda. No es que se glorifique el consumo, sino que se le reste gravedad con lenguaje inofensivo.

keepin’ it REAL no es perfecto, pero es honesto. Enseña cuatro estrategias simples: rechazar, explicar, evitar, salir. R.E.A.L. Cuatro verbos que deberían estar tatuados en la política pública mexicana. Porque los jóvenes, nuestros jóvenes, van a enfrentarse con las drogas. Eso es un hecho. Lo único que está en disputa es si llegarán a ese momento con argumentos, o solo con miedo.

En México urge legislar, sí, pero más urgente es humanizar la educación preventiva. Que el Estado deje de tratar a los adolescentes como tontos. Que los padres dejen de suponer que el silencio es escudo. Que las escuelas dejen de posponer el tema como si el crack esperara al calendario.

El mundo de las drogas está ahí. No basta con rezar para que los hijos no lo conozcan. Hay que enseñarles a navegarlo. Con verdad. Con herramientas. Con historias reales, no con sermones huecos ni videos de terror mal actuado.

Hablar de drogas con jóvenes no los empuja al abismo. No hablar, sí.

Miguel C. Manjarrez