Las damas, ¿la salvación? (Crónicas sin censura 140)

Réplica y Contrarréplica
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LAS DAMAS, ¿LA SALVACIÓN?

El amor nunca se muere de hambre pero sí de indigestión.

—Ninón de Lenclos

De mujer que es madre, nadie nunca mal hable

—Dicho popular

 

La historia comprueba que la mujer puede influir en el destino de las naciones. Lo ha hecho como gobernante gracias a su talento profesional, capacidad académica y, en algunos casos, valiéndose de su condición sexual. Valgan, pues, los siguientes ejemplos para destacar las dos características apuntadas:

En el apartado de las mujeres con encanto seductor hay muchas y muy variadas representaciones. Ahí está la famosa Lola Montes que, con su ritmo, belleza y cadencia corporal, logró conquistar a hombres importantes: uno de ellos, quizás el más destacado, fue nada menos que el rey Luis de Baviera, cuyo amor por la hembra trastocó la vida social y política de la nación bávara. En esa larga lista de damas con extraordinario y, por ende, enloquecedor sex appeal, también figura Ninón de Lenclos, la cortesana más famosa del siglo XVII: dicen las crónicas —que en este caso el columnista interpreta con su estilo— que con su “yo sí sé qué” hizo más, pero mucho más machines a caballeros como Molière, Richelieu y Larochefoucauld. Otra de las féminas famosas por sus conquistas es Margaretha Zelle, alias la Mata Hari, bailarina (igual que Evita Perón) que, con el movimiento de sus caderas, el misterio que emanaba y la creatividad escenográfica que impuso, logró que los hombres de la época cayeran rendidos a sus pies y que, además, “soltaran la sopa”.

¿Y qué decir de Madame du Barry (sucesora de la Pompadour en el corazón de Luis XV)? Simplemente que se pasó de tueste en su influencia emocional haciendo que el rey destituyera a Étienne de Choiseul, ministro de Relaciones Exteriores y el diplomático más capaz e inteligente de Francia.

En la otra cara de la moneda están las damas que se convirtieron en estadistas: Indira Gandhi (asesinada por un miembro de su escolta) es una de ellas. Otra es Corazón Aquino, cuyo ascenso a la fama y, en consecuencia, al poder, se debió en parte al crimen de su esposo Benigno Aquino. Algo parecido ocurrió con Eva Perón, quien hizo de su nombre una referencia obligada en el mundo de la política y la farándula. Violeta Barrios, la viuda de Pedro Joaquín Chamorro, el líder de la oposición nicaragüense muerto por los sicarios de Anastasio Somoza, es una más de las referencias obligadas, lo mismo que Margaret Thatcher, la inglesa que gracias a la mercadotecnia política dio el albazo en Inglaterra y además puso de moda el esquema publicitario basado en el uso inteligente de los medios de comunicación.

Aclaro que este breve y arbitrario recorrido por la historia del romance con aromas de misterio y poder político nada tiene que ver con lo que sucede en la actualidad. Sin embargo, sirve de marco anecdótico para destacar la importancia que en los gobiernos del mundo ha adquirido la mujer moderna y, desde luego, inteligente; por cierto, ahora alejada del glamour de las candilejas y ajena a las influencias basadas precisamente en el ritmo y cadencia corporales. Por lo que estamos viendo y casi todos los días comprobamos, podemos decir que se confirma aquello de que detrás de un gran hombre hay una mujer interesante: Martha Sahagún, por ejemplo.

Pero si el lector preguntara por qué con mi “prueba” doy por hecho que Vicente Fox es un “gran hombre”, la respuesta sería: obviamente no es por su tamaño, sino porque lleva la máxima representación de la República, es estatua política que de manera natural le da el beneficio de la duda y lo pone en el nivel de los estadistas. Ahora bien, está visto (falta comprobarlo) que podría ser la influencia de su esposa lo que lo haya hecho cambiar de opinión para tratar de deshacer los entuertos provocados el día anterior a sus aclaraciones ya recurrentes. Y esto, si no me equivoco, confirmaría que la primera dama es algo así como el alter ego del presidente de México. Dicho en otras palabras: lo conoce como si fuese su madre y por ello puede ayudarlo a orientar su poca común capacidad para improvisar, de tal manera, pues, que el país que gobierna sí se refleje con la energía y creatividad que ha sorprendido a propios y extraños. Si ello ocurriere, tendríamos en México a una dama que haría historia (y yo creo que ya la está haciendo).

Sólo hay que rezar para que no nos vaya como en la feria…

Alejandro C. Manjarrez