Gaza: La inacción internacional ante una crisis humanitaria sin precedentes

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El tiempo se agota. Las cifras aumentan...

Ningún ser supremo salvará a los palestinos. No ha habido deidad que se anteponga a los intereses del estado sionista que manipula también a Washington. Los únicos que podrán hacerlo son los movimientos, las organizaciones, los activistas, los periodistas o los estados que no solo condenen, sino que tomen decisiones centradas en detener el peor genocidio de este siglo XXI —aunque en el caso de los gobiernos, parecen estar completamente paralizados—.

El costo humano: 63,000 vidas perdidas

Según el Ministerio de Salud de Gaza —cifras que han sido corroboradas por organizaciones humanitarias internacionales como la ONU—, más de 63,000 seres humanos han pagado con su vida por el simple hecho de ser gazatíes palestinos. La mayoría han sido niñas, niños y mujeres, evidenciando el impacto desproporcionado sobre la población civil.

Todo esto justificado por un conflicto entre Hamas e Israel, pero ¿qué tienen que ver las mujeres, la niñez, los periodistas y los médicos asesinados? Nada, en realidad. Hamas se ha convertido en el pretexto perfecto para respaldar esta operación sistemática de acabar con la población en Gaza. Y después, ¿quiénes seguirán?

La hipocresía diplomática internacional

Ningún gobierno parece estar dispuesto a enfrentar realmente a Israel. A pesar de sus discursos de reconocer al estado palestino y de condenar los ataques del sionismo, eso simplemente no es suficiente. Para cuando los palestinos finalmente tengan un estado, quizás ya no haya vidas humanas en la franja de Gaza.

Se evidencia una realidad incómoda: al no existir una verdadera llamada a la acción, los países podrán decir lo que sea, pero solo harán lo mismo que sus condenas: nada.

Los obstáculos geopolíticos reales

Esta inacción tiene explicaciones concretas. Tomar medidas efectivas implicaría colisiones políticas y geopolíticas con Estados Unidos, instituciones financieras de alto rango y, en general, con el statu quo establecido. Los números lo confirman: según datos del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, Estados Unidos destinó al menos $17.9 mil millones en ayuda militar a Israel en el año siguiente al inicio del conflicto —hasta septiembre de 2024— y más de $4.8 mil millones en operaciones militares regionales relacionadas.

Estas cifras explican por qué la mayoría de los gobiernos prefieren limitarse a declaraciones diplomáticas en lugar de acciones que tengan consecuencias reales.

Una reflexión final para los justificadores

Para aquellos cristianos evangélicos que encuentran justificaciones religiosas a esta situación apoyando al "pueblo elegido", vale la pena considerar una reflexión incómoda: si Jesucristo volviera en pleno siglo XXI a Belén, créanme, seguramente tendríamos que esperar nuevamente su llegada.

Esta reflexión no es casual. Quienes invocan la fe cristiana para justificar lo injustificable deberían preguntarse qué pasaría si el personaje central de su religión regresara hoy a territorio que está bajo cerco israelí.

La urgencia de la acción civil

Al final, mientras los gobiernos permanecen inmóviles por cálculos geopolíticos, la responsabilidad recae en la sociedad civil organizada: movimientos, organizaciones no gubernamentales, activistas y periodistas independientes que han demostrado mayor capacidad de presión y denuncia que muchos estados.

El tiempo se agota. Las cifras aumentan. Y la historia juzgará no solo a quienes perpetraron estos actos, sino también a quienes, teniendo el poder de actuar, eligieron la comodidad de la inacción.

Miguel Ángel Bello

Revista Réplica