No vote por él

Réplica
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En las elecciones que vienen...

En las elecciones que se avecinan, las más complejas en la historia de México, habrá que razonar el voto como nunca antes.

Estos tiempos de crisis nos han demostrado la importancia de elegir a los mejores, de contar con administradores públicos eficaces.

A muchos de los nuevos “representantes populares” o “servidores públicos” les embriagó el aroma del poder. En no pocos casos, servir al ciudadano pasó a segundo plano, a tercero, o simplemente se esfumó. Exprimir los dineros públicos para beneficio propio se convirtió en la premisa principal.

El que antes vivía en la medianía o en la pobreza, hoy viste trajes caros y se da lujos que nunca imaginó. Y a eso se aferrará con uñas y dientes.

Por ello considero necesario exponerle algunos escenarios en los que le recomendaría no votar por el simpático y bondadoso político:

Si no le contestó ni siquiera para darle el avión cuando usted hizo una gestión, no vote por él.

Si pide licencia a un cargo de elección popular sin terminarlo, es un chapulín: no vote por él.

Si pertenece a un partido que perdió el registro y que hizo chanchullo para volver a existir, no vote por él.

Si quiere reelegirse y su gestión fue pulgona, chambona, pésima o mediocre, no vote por él.

Si es el delfín del gobernador o de la gobernadora, no vote por él.

Si en su papel legislativo no consiguió ni siquiera un foco, no vote por él.

Si es un borrego que no lucha por las causas sociales, no vote por él.

Si tiene en la nómina a novias, novios o familiares, no vote por él.

Si al último momento se cambió de partido porque el suyo no lo postuló, no vote por él.

Si usa Photoshop para verse guapote o guapota y hasta cambia de color, no vote por él.

Si de repente se mudó a una casota y se compró una camionetota, no vote por él.

Recuerde: ahora los legisladores y presidentes municipales buscan reelegirse. Que no le vengan con el cuento de que “ahora sí trabajarán”. En el manejo de los recursos públicos no debería haber segundas oportunidades.

Es importante distinguir entre el político que busca desesperadamente el poder para su beneficio y aquel que todavía no ha sido devorado por el sistema, el que lucha por los ideales de sus gobernados y que de verdad tiene vocación de servicio.

No olvide: los servidores públicos son sus empleados y administran su dinero. Exíjales, escrútelos y exhiba sus yerros.

Pero preguntará usted, con toda razón: ¿por quién votar?

Ubique quiénes buscarán su voto: presidente, gobernador, presidente municipal, diputado local y federal. Por todos esos tiene que votar.

Descubra si hicieron algo bueno o malo. Si buscan la reelección, investigue si cumplieron con sus compromisos o si se quedaron en la simulación. Si quieren ser legisladores, verifique si consiguieron aumentos en los presupuestos, atendieron a sus representados, lucharon por sus exigencias y lograron mejorar la vida de los ciudadanos. Si no obtuvieron nada, dele oportunidad a alguien nuevo. Y si ese gana, exíjale, persígalo, haga que cumpla con las responsabilidades por las cuales se le paga un sueldo bastante cómodo.

Es cierto: la política está desprestigiada, y los partidos también. Pero en todos los organismos políticos existen administradores públicos que saben cómo ayudar, conocen las leyes y les importa más que a los demás. Aunque lo dude. Puede que lo que le diga lo irrite, pero no se enoje: los que más trabajan, conocen y tienen experiencia en el legislativo, son los plurinominales. Claro, también hay uno que otro abominable.

La sociedad debe exigir que el trabajo del político sea un encargo donde la productividad pulule.

Si los funcionarios públicos trabajaran en lugar de andar en politiquerías, estoy seguro de que estaríamos en circunstancias muy distintas.

No deje de votar, o los acarreados ganarán.

Hasta la próxima.

Miguel C. Manjarrez

Revista Réplica