Si es joven y sufre un abuso de cualquier índole: reclame, únase a los otros, busque justicia...
Después de ver la entrevista de Carlos Salazar, presidente saliente del Consejo Coordinador Empresarial, a Carlos Slim, poderoso magnate de nuestro país, recordé los comentarios que me han compartido empresarios de otras naciones acerca del incipiente desarrollo de nuestra tierra.
“¿Por qué México no crece tanto teniendo tanto?” Es la pregunta que nos hacemos muchos. Y la respuesta de quienes nos observan desde fuera es: por la confrontación de unos con otros. Frenar al otro, atacar, difamar, bloquear, impedir el desarrollo y el éxito del prójimo se ha convertido en el modo de operar de muchos mexicanos.
El éxito en otros territorios se logra gracias al apoyo mutuo. No solo en el ámbito empresarial, también en el político y social. Los grandes empresarios en otras economías comparten negocios con sus pares; los pequeños se unen para crear conglomerados poderosos, con precios justos y calidades excepcionales. Allá no existe la actitud del: “¿por qué le voy a compartir este trato al otro si yo me puedo llevar las utilidades solo?”. Con ese egoísmo, el empresario mexicano no logra siquiera competir, generar un proyecto ni mucho menos concretarlo.
Y así ocurre en muchos sectores…
En el periodismo, cuando atacan a un miembro del gremio —sobre todo a un columnista o director— son pocos los que se solidarizan más allá de un comentario en redes sociales. Con esa indiferencia, incentivan las peores atrocidades de los gobernantes mafiosos, con actitudes gansteriles. No obstante, los reporteros mexicanos dieron un ejemplo de dignidad y congruencia al protestar en diversas tribunas de la nación tras los homicidios de sus compañeros. Muchos de ellos quizá nunca conocieron en persona ni leyeron a quienes defendieron, defienden y defenderán. Ese gesto es una luz para el futuro de la comunicación en México. Que no cese.
Otro grupo que ha demostrado que la unión hace la fuerza es el, a veces menospreciado, sector estudiantil. Los jóvenes —sobre todo en la comunidad universitaria— han alzado la voz en múltiples ocasiones. A ellos los guía el ideal que defienden: el homicidio de un compañero, una injusticia, las deplorables condiciones de sus lugares de estudio, las corruptelas de sus autoridades, las credenciales mediocres de sus profesores, la ineptitud de sus dirigentes, el despilfarro de los administradores.
En las universidades públicas, los abusos a la plantilla estudiantil se pagan con la destitución del rector; en las privadas, con el cambio de campus del estudiante y, con ello, el eventual cese del “manda más”. Quien pierde matrícula, pierde rumbo. Por esa enjundia idealista es que a los jóvenes se les escucha con mayor atención: porque un conflicto ignorado los amalgama y los convierte en el arma mortal del tirano o del incompetente.
Así debería ser, y podría ser, en la sociedad civil. Un abuso: un grito de miles o de millones. Una oportunidad en la empresa: una unión entre expertos para crear una compañía productiva, eficiente, sólida.
Cito al ingeniero Slim: “Desgraciadamente, México es un país milagroso, pero hemos desaprovechado las oportunidades, las destruimos. Es una tristeza cómo acabamos, cuando tenemos un momento de gran oportunidad, cómo acabamos con él… y ha sido repetitivo”.
Si es joven y sufre un abuso de cualquier índole: reclame, únase a los otros, busque justicia.
Si es empresario: forme un equipo, tenga ética, profesionalismo, calidad, amor por lo que hace… y triunfe.
Si es periodista: únase, apoye, levante la voz; mañana podría ser usted.
Si conoce a alguien que actúa por un interés oscuro o sirve a quienes quieren ver a México derrotado: ignórelo.
Hasta la próxima,