La Intransigencia Cultural

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Desgraciadamente, mientras este tipo de profesionales sigan al frente de grupos culturales, no se podrá impactar socialmente, no se podrá llevar a cabo el cambio que muchos gestores culturales anhelamos...

Muchas veces se habla de que el peor enemigo de la cultura es el mal empleo del presupuesto, o bien, la falta de apreciación cultural de las autoridades al mando de los distintos gobiernos.

Claro que ese tema afecta al ámbito cultural, sin embargo, existe algo peor: los profesionales culturales que únicamente consideran a las expresiones artísticas desde una perspectiva estética. Estas personas tienen la idea de que su arte es importante por ser un trabajo profesional y que el público debe tener la oportunidad de valorarlo. Hasta ahí llega su labor. Además, argumentan que si su arte no es apreciado es responsabilidad de las personas encargadas de difundirlo, ya que seguramente no lo hacen empleando las estrategias correctas.

Me permito diferir de esta postura; la cultura es una expresión de la sociedad. Claro que existen expresiones artísticas profesionales y deben ser respetadas como tal, pero el trabajo no queda hasta ahí. A lo largo de los años se ha luchado para que el ámbito cultural adquiera importancia, y no solo para dejar recursos a los ejecutantes, lo cual también es necesario y justo, no, la importancia de la cultura radica en el poder que ésta tiene para transformar sociedades influyendo en el desarrollo de valores y de seres humanos más empáticos y sensibles. Y es que todas las personas somos poseedoras y generadoras de cultura, entendiendo a ésta como expresiones simbólicas que reflejan lazos de unión entre diversas comunidades. Lo anterior se encuentra estipulado en nuestra legislación cultural, no es una opinión sin fundamento, por el contrario, representa la nueva vertiente que hoy en día se tiene respecto a la cultura y que es resultado del trabajo de aquellos que vieron más allá de los productos o servicios culturales, de aquellos que descubrieron que con la cultura es posible desarrollar habilidades sociales y emocionales que ayudan a las personas a desenvolverse mejor en todos los ámbitos de su vida.

Sin embargo, la lucha sigue, falta mucho. He de mencionar que un obstáculo muy grande para que la cultura pueda convertirse en la herramienta empoderadora de las sociedades es la existencia de los que catalogo como “Dinosaurios Culturales”. Ejecutantes profesionales que sienten que su posición es superior al público para el cual trabajan, aquellos que están convencidos de que su impacto social radica en que sus espectadores consuman su arte.

Desgraciadamente, mientras este tipo de profesionales sigan al frente de grupos culturales, no se podrá impactar socialmente, no se podrá llevar a cabo el cambio que muchos gestores culturales anhelamos. Será muy difícil que estos artistas conservadores cambien su forma de pensar; lo único que podemos hacer es seguir trabajando y esperar que las autoridades competentes, primero, entiendan el poder de la cultura y, segundo, pongan al frente de puestos estratégicos a profesionales adecuados que impulsen a la cultura como antídoto para alcanzar la paz en las diversas comunidades por medio del desarrollo de mejores seres humanos.

Esperemos con paciencia.

Manola C Manjarrez