Para los periodistas jóvenes que se atreven a recorrer este sinuoso camino, sabiendo que el periodismo no es un oficio dócil, sino un acto de servicio y de rebeldía. Para quienes convierten la palabra en faro y en espada, dando voz a los silenciados, protegiendo a los desprotegidos y desnudando a los políticos que se sirven y no sirven a la sociedad. A ustedes, que enfrentan la censura con dignidad y defienden, aun con la vida, la libertad de expresión. Que las duras realidades nunca los obliguen a claudicar ni a pactar con la mentira, porque en ustedes late la respiración más honda de la democracia.

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