Escoger bien a la pareja

Salud y orientación
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Porque una relación es como un jardín: si se siembra con semillas de respeto y confianza, florecerá aun con estaciones difíciles...

 

No importa si a ti te gusta la pizza y a él los tacos.

No importa si él puede pasar horas viendo fútbol mientras tú disfrutas salir a correr con el perro.

No importa si prefieres leer en silencio y él necesita música a todo volumen para sentirse vivo.

Eso no importa.

Porque los gustos se negocian, se adaptan, se vuelven pequeñas anécdotas que llenan de color la convivencia. Pero los valores… los valores no se negocian.

Quizá para él no sea grosería interrumpirte cuando hablas, porque así creció en su casa; para ti, en cambio, puede ser un dolor constante, una herida diminuta que se abre todos los días.

Quizá para él el dinero sea un asunto individual, cada quien con lo suyo; para ti, en cambio, compartir y planear juntos es la esencia misma de un proyecto de vida.

Quizá para él la infidelidad sea “un resbalón sin importancia”; para ti, será el fin de la confianza, el derrumbe de todo lo que habían construido.

La verdadera compatibilidad no se mide en pasatiempos, sino en raíces. Y esas raíces son los valores, la educación emocional, los autolímites que cada uno se ha puesto en la vida.

Con el tiempo, lo cotidiano revela la verdad:

  • Si al criar a los hijos coinciden en la manera de educar, de corregir, de sembrar respeto.
  • Si en las crisis saben unirse en lugar de culparse.
  • Si el enojo se transforma en diálogo o en violencia.
  • Si en el silencio hay paz o hay vacío.

En otras culturas los hábitos cambian, los horarios, las costumbres, incluso los gestos de amor. Pero hay pilares universales que no admiten discusión: el respeto, la lealtad y la fidelidad. Sin ellos, el amor se desgasta, se convierte en campo de batalla.

Elegir bien a la pareja es entender que lo esencial no está en lo visible, sino en lo invisible. No en el menú que comparten, sino en la forma de acompañarse cuando no hay aplausos ni testigos. No en cómo se toman de la mano en la calle, sino en cómo se sostienen en la intimidad de las tormentas.

El amor verdadero no se mide en afinidad de hobbies, sino en la certeza de que compartes la vida con alguien que habla el mismo idioma de los valores.

Porque una relación es como un jardín: si se siembra con semillas de respeto y confianza, florecerá aun con estaciones difíciles. Pero si se planta sobre la tierra equivocada, las flores más bellas terminarán marchitándose.

Y entonces lo entiendes: escoger bien a la pareja es escoger la raíz que sostendrá tu vida entera.

Paty Coen

Revista Réplica