Ámate tanto que no necesites a nadie para ser feliz...
El amor es una adicción, sobre todo aquel que genera emociones positivas y negativas todos los días.
Ese amor tóxico que maltrata al otro y, en el momento en que la víctima —ya sea de un mal hombre o de una mala mujer— decide zafarse de esa relación tortuosa e irse, el verdugo, al darse cuenta, la llena de apapachos y buenos tratos.
Después de recibir acciones negativas por parte del victimario, viene el bálsamo curativo, y es ahí cuando todas las reacciones químicas precursoras de una adicción llegan al cerebro. Esto se llama refuerzo intermitente.
Con este juego de “te doy, te quito”, la persona queda enganchada a ese amor tormentoso. Te causa placer un día de amor después de una semana de maltrato.
En algún punto de la relación ya no aguantas más y te quieres ir, o de plano te hacen ghosting: desaparecen. Entonces, como estás enganchado, empiezas a perder la razón por la necesidad de aquella persona.
No deberíamos necesitar a nadie, pero ese es tema para otra ocasión.
¿Cuál es la solución al tormento?
Sin duda: el contacto cero.
¿Pero qué es el contacto cero?
No es solo bloquear de las redes sociales al villano de la película ni eliminarlo del teléfono. Es decirle al portero del edificio, al vigilante del fraccionamiento o a la vecina metiche que prendan las alarmas cuando vean a la bestia infernal.
Como toda droga, hay que cerrarle las puertas: no consumirla, no pensarla. Vivir la horrible etapa de la desintoxicación, que no durará más de cuatro meses.
El dolor de la abstinencia estará presente por lo menos durante un mes. La mejor manera de sobrellevarlo, cuando aparezca esa horrible energía, es decirnos:
“Me duele porque estoy desintoxicándome poco a poco; esta sensación desaparecerá sí o sí.”
La mente no distingue si lo que piensas es una idea o una realidad. Por eso debes:
Quemar fotos, tirar recuerdos, borrar imágenes digitales, eliminar chats y evitar todo comportamiento que te lleve a revivir lo “bonito” de esa relación.
No espiarlo en redes sociales. No googlear su nombre para ver si ha muerto o está en la cárcel.
Saca la droga de tu sistema.
Y, por favor, no cambies una adicción por otra —me refiero a otra persona—, porque entonces serás adicto o adicta no a una sustancia-persona, sino a dos. ¡Qué barbaridad!
Al seguir al pie de la letra el tratamiento de desintoxicación amorosa, llegará un momento en que pensarás en esa persona sin ningún sentimiento de por medio.
Y cuando menos lo esperes, aquellos malos recuerdos serán rápidamente sustituidos por las emociones y situaciones que vives en tu nueva vida.
Sal, ve al gimnasio, conoce gente, inscríbete en una clase de cocina…
Crea nuevos momentos. Llena esa cabezota con otros recuerdos.
Para llegar al contacto cero, debe tratarse de una relación en la que ya no existe respeto. Nadie huye de algo bueno ni aplica el contacto cero a una persona decente.
Así que, si estás pensando en esta desintoxicación amorosa, comprende que la única persona por la que vale la pena luchar eres tú.
Ámate tanto que no necesites a nadie para ser feliz.
Y cuando lo logres, podrás compartir tu vida con alguien sin apegos ni complicaciones raras.
¡Empieza hoy!
Gracias por leer mis artículos.