Ni narcisista, ni psicópata, simplemente un patán

Salud y orientación
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No minimizar, no desvalorizar, no ofender, no traicionar, no golpear, no agredir de ninguna manera...

Se ha puesto de moda el término narcisista psicópata, que define a hombres y mujeres con ciertas características.

Primero, el narcisista, según la Real Academia Española, es una persona que cuida en exceso de su aspecto físico o que tiene un alto concepto de sí misma; y el psicópata es aquella persona que padece psicopatía, especialmente una anomalía psíquica: un trastorno antisocial que se caracteriza por la ausencia de empatía, es decir, le da igual lo que sienten los demás, por eso los daña, ya sea de manera emocional o hasta física.

El término narcisista psicópata se ha utilizado para definir a personas que no llevan una relación sana con sus parejas, aquellas que buscan validación de los demás, que se creen lo más importante. Sienten la necesidad constante de admiración y atención. Al principio emplean el bombardeo de amor, para después mostrar su verdadero rostro, oscuro y malévolo.

Las características más peligrosas son la falta de empatía y la manipulación de los demás para lograr sus objetivos.

Quizá el término no sea adecuado desde el punto de vista clínico para definir un trastorno de la personalidad, pero así se ha catalogado a las personas con ciertos comportamientos humanos, como la envidia o la arrogancia, pero llevados al extremo.

Todos tenemos algo de narcisistas, todos nos enojamos hasta los gritos, todos somos imperfectos y cometemos errores; todos, de alguna manera, presentamos nuestra mejor versión al inicio de una relación. Todos debemos contar con una autoestima sana. ¿Qué quiere decir esto? Respetarnos, cuidarnos y querernos, comprendernos, tener una buena comunicación con uno mismo, autocontrol, y no dañar nuestro cuerpo o nuestra mente con pensamientos negativos o con sustancias dañinas.

Las relaciones humanas son complicadas, las de pareja un poco más. Creo fundamental precisar que, para que una relación amorosa funcione, debe existir la lealtad, la fidelidad y el respeto. Estar en un noviazgo o matrimonio de ninguna manera se trata de vivir un infierno. El secreto para triunfar en esta faceta del ser humano es el respeto y los límites claros que se establecen cuando este se rompe.

La comunicación es un factor importante. Si la pareja no conoce nuestras molestias, las seguirá repitiendo. Y por molestias me refiero a las importantes. No podemos sustentar una relación amorosa en los hábitos desagradables del compañero o compañera de vida. Que si aplasta la pasta, divorcio. Si deja la toalla tirada, contacto cero. Si no saca la basura, conciliación en los tribunales. No.

Me refiero a los no negociables: no minimizar, no desvalorizar, no ofender, no traicionar, no golpear, no agredir de ninguna manera. Cualquier relación que presenta estos no negociables es un vínculo fracasado y enfermo.

Las relaciones amorosas son para estar mejor, plenos, contentos, sentir paz. Si no estás así, mejor búscalo en otro lado. Sal de ahí. Vive el dolor del rompimiento del vínculo afectivo como lo que es: una desintoxicación de placeres y apapachos inconsistentes. La famosa recompensa intermitente. El que da cariño y ama, lo hace siempre, no de vez en cuando.

Recuerda: la comunicación es fundamental, el respeto también, la fidelidad, por supuesto. Cualquiera que quiera estar en una relación debe comprenderlo, o puede quedarse solo o sola haciendo de su vida un cacahuate. Puedes estar con un patán que no es narcisista ni psicópata. Pero también comprende: el amor no duele, el amor no es sufrimiento, amar demasiado es una adicción. Existen segundas oportunidades. No terceras. No cuartas. No quintas.

Gracias por llegar hasta aquí. Si esto te hizo ruido, es momento de escucharte.

Paty Coen